Separé pequeñas plantas de tomate que estaban creciendo apelotonadas y las puse en macetas de plástico negro. Una o dos por maceta, con un puñado de tierra. Mientras estaba en esa faena, escuché que en otro balcón un novio reprochaba el descuido del jazmín. «Sos una dejada», le decía a su chica, «tenés que regarlo más».
26.1.04 | #
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