balcón

  

La menta amaneció diezmada. Muchas hojas mordidas, otras ennegrecidas. En un primer examen descubrí unos cascarudos, del tamaño de una garrapata y con caparazón dorado. De pronto, camuflados entre las hojas, casi invisibles en su malevolencia, encuentro dos gusanos. Verdes, elásticos, repulsivos, de tres centímetros de largo. Con la alarma le puse más atención a mi mirada, y encontré siete más. Los saqué y los hice retorcerse sobre la baldosa caliente. Para torturarlos dejé caer sobre ellos la ceniza del cigarrillo. Soy una mala persona.

8.3.04 | # |

 



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